lunes, 8 de junio de 2009

Capítulo 4

Capítulo 4

LA TIERRA

Habían pasado varios días desde que Nícolas había tenido su pesadilla y desde entonces no había podido olvidarse de ella, y eso que Nícolas era una de esas personas sin escrúpulos y sin quebraderos de cabeza.
Había intentado concentrarse en su trabajo para olvidarse de ella, pero cada instante que paraba, volvía a él la imagen aterrorizada de la chica misteriosa del sueño.
Además, por otro lado no entendía por que su padre le ocultaba sus encargos en la Tierra.
No podía mas con aquella incertidumbre a sí que se dispuso haber a su padre para que le contase toda la verdad.
Salió por la puerta a una velocidad endiablada debido a su excelente estado de forma.
Poco tiempo después se situó enfrente de la puerta de su padre, pero antes de llamar oyó ruido detrás de la puerta. Se escuchaba una conversación que mantenía su padre con uno de sus consejeros, y para sorpresa y suerte de Nícolas la conversación iba sobre la Tierra:
- … Sí, sí ya sé. Hay que actuar ya. No podemos aplazar esto por más tiempo. Hay que traerle lo antes posible. Y si no colabora. Pues… habrá que librarse de el.
Nícolas se quedó sorprendido. Lo que ataba a su padre a la Tierra no eran negocios, era un humano.
De repente se abrió la puerta, y apareció el consejero que estaba hablando con su padre.
Lo miró de arriba a bajo y Nícolas le echo una mirada desafiante.
No le caían bien ninguno de sus consejeros, todos eran unos avaros que solo querían tierras y el poder de controlar a su rey.
Tras unos instantes de silencio, el consejero dejo atrás la puerta de el despacho del rey, y Nícolas aprovecho para entrar.
Su padre al verlo se levanto a darle un abrazo, pero Nícolas no se lo devolvió. Y entonces su padre dándose cuenta de que le pasaba algo le preguntó:
- ¿Té pasa algo hijo, estas muy callado? – dijo.
- No se, tu sabrás. ¿No me ocultarás nada verdad?.
Su padre suspiró y se sentó en su trono, y comenzó a hablar:
- Si hijo, la verdad es que tenemos un problema con un humano que parece ser que nadie puede ocuparse de el, y por eso había pensado mandarte a ti.
Nícolas se quedo cayado y siguió escuchando a su padre.
-se trata de un humano de tu edad mas o menos que nos puede dar muchos problemas.-dijo concluyendo con una sonrisa.
- esta bien y ¿qué quieres que haga cuando la encuentre? ¿Te la debo traer a tu presencia o matarlo cuando lo vea?-dijo impasible como si la muerta de esa humana fuese como un trabajo más.
-mmm…tráemelo primero a mi presencia y después lo mataremos- dijo el rey como si esa idea le satisficiera mas de lo debido.
- esta bien, ¿cuando debo partir?- dijo Nícolas mientras se levantaba para preparar su equipaje.
-cuando estés listo y procura llevarte mucho equipaje porque no creo que sea tan fácil traerlo, hasta para ti. Mucha gente le protege tendrás que tener cuidado- dijo su padre un poco preocupado en apariencia.
- no te preocupes, partiré nada mas hacer mi equipaje y vendré lo antes posible.- dijo ya yéndose.
-esta bien pero me parece que tendrías que tener a alguien para que te ayude y sé cual es la persona adecuada para ello, te acuerdas de Kate.
Ella podrá guiarte en la tierra, e informarte de todos nuestros progresos.
No debes perder mas tiempo.
Y su padre volvió a abrazarle, pero esta vez si tuvo respuesta.
- Te echaré de menos, papá.
- Gracias hijo.
Nícolas se quedó callado, hacia mucho que su padre no le daba ninguna muestra de afecto. Siempre estaba muy ocupado en sus asuntos, aunque la verdad es que Nícolas pensaba que tampoco necesitaba su cariño.




Al día siguiente cogió a “Black”, su caballo, que como su propio nombre indicaba era de color negro. Era esbelto, de pura raza y el mejor amigo de Nícolas. Era el mejor regalo que le había echo su padre por su cumpleaños, desde ese día Nícolas y Black no se separaron.
- hola, ¿Cómo andas viejo amigo? – le preguntó Nícolas con un tono entusiasta.
El caballo contesto con un relincho.
- Si, yo también me alegro mucho de verte. Por cierto tengo buenas noticias. Mi padre nos ha encomendado una misión muy importante. Lo malo para ti es que solo me podrás acompañar hasta el portal.
Black volvió a relinchar.
- Ya, yo también lo siento pero sería muy cantoso. En la Tierra, según me han informado ya no se trasladan en caballos, se mueven a través de unos seres con cuatro ruedas, que se llaman… - Nícolas intentó recordar el nombre – a si, se llaman coches. Y ahora vamos a ponernos en marcha, que hay un día de camino hasta allí.
El camino hasta allí no era muy largo, pero si muy complejo y lento.
Había que atravesar un bosque frondoso con largas raíces que ralentizaban el paso, y un pantano con el que había que ir con mucho cuidado para no hundirte, ya que se camuflaba con la tierra levantada por las raíces.
Pero lo mas peligroso del viaje, no era solo eso, también había unas terribles criaturas que se comían a todos los viajeros que se acercaban al bosque sin cuidado y sin ningún arma.
Las criaturas de aquel lugar era muy peligrosas, sobretodo los Cannius y los Ahorculas.
Los Cannius eran unos híbridos entre lobos y perros, pero mucho mas agresivos y sangrientos que ambos juntos. Eran de varios colores, pero los que mas abundaban eran los castaños. Su tamaño era medio, pero nada comparado con sus enormes garras que podían matar a cualquiera en un instantes.
En cambio los Ahorculas vivían en las profundidades del pantano, solo subían a la superficie para cazar a cualquiera ser despistado que se acercarse demasiado a la orilla, pero su manjar eran los Cannius pero pocas veces conseguían tan exquisito premio. Su físico no estaba definido ya que debajo de todo el fango que les cubría nadie había conseguido verlos nunca.
Mientras atravesaban el bosque, casi llegando a la zona pantanosa, se encontraron un Cannius, que les atacó de improviso, pero Nícolas haciendo gala de su agilidad, tardó menos de un segundo en sacar su espada y partirlo en dos.
- Ha estado cerca ¿eh? – le dijo a Black.
- Hiiiiii – le relincho.
- Bueno y ahora ¿Qué hacemos con este? – dijo mirando el Cannius.
El caballo le miro
-Aquí no lo podemos dejar hombre, ya se lo meteremos en el pantano para que se lo coman los Ahorculas.
Prosiguieron su marcha sin descanso.
Transcurrieron varias horas y a Nícolas se le pasaron volando ya que iba encima de su mejor amigo y había hablado con el en ese tiempo más que un mes en palacio.
Cuando los primeros rayos del alba llegaron, se encontraban ya a muy poca distancia del portal, y entonces Nícolas comenzó a contar los últimos cotilleos de la corte a Black:
- … y les pillaron robando al propio caballero del rey. Este muy enfadado les mando a ambos a la horca. – Nícolas se puso a mirar el paisaje distraído.
Black soltó un bufido.
- ¿Que? – le preguntó Nícolas molesto.
- Hiiiiii
- No estoy distraído. – Black volvió a bufar – bueno vale, quizá un poco. Pero tu también lo estarías si te hubiesen pasado las mismas cosas que me habían pasado a mi.
Y se dispuso a contárselas y el caballo le escuchaba. Le contó todo lo que le había pasado, desde la espía que había llegado herida de la Tierra hasta la conversación que había escuchado entre el rey y su consejero.
- Además últimamente hay una pesadilla que me atormenta día si y día también
En ese momento el caballo puso cara de que era ahora cuando le estaba prestado más atención.
- A esto si te interesa. Como se nota que eres un cotilla. Bueno te la voy a contar, pero porque eres mi mejor amigo. Es que me da vergüenza.
Black hizo un extraño, como intentando que Nícolas se asustara.
- Vale, vale. A ver salía una chica a la que no conocía de nada, eso si muy guapa, una de las más guapas que e visto nunca, tenías que haber soñado con ella, tenía unos ojos y un pelo.
Black pataleo en el suelo.
- Si, si me centro en el sueño. Y a la chica le comenzaba a perseguir una sombra y la chica corría y corría, pero no podía escapar y entonces me desperté.
Black se quedo callado esperando que siguiese hablando.
- No, no hay mas. Y sabes porque me preocupo verdad, sabes porque tengo miedo. No quiero que sea como mis otras pesadillas, no quiero que se haga realidad.
- Hiiiiii
- Ya se que nunca me ha importado que nadie muriese e incluso yo no tengo inconveniente en matar, pero no se hay algo en esa chica que bueno, no quiero que le pase nada. Y ahora vamos a dejar el tema que allí esta Katrin, el guardia del portal.
El lugar donde se encontraba el guardia era una antesala al portal, ya que solo había unos pocos privilegiados que pudieran pasar más allá del guardia. Tras el guarda había un frondoso bosque que solo tenía una entrada para que no se colase nadie sin autorización.
El guardia era muy robusto y musculado, pero parecía tener poco cerebro. Estaba vestido como uno de los guardas del rey de un rango medio, ya que la vigilancia de un lugar sagrado no se la podían colocar a cualquier principiante, tenia que ser un guarda con experiencia.
Poco después Katrin se percató de la presencia de Nícolas:
- Saludos, mi lord. El maestro Yavka le esta esperando.
- Perfecto.- y ahora se dirigió a Black – nuestros caminos se separan aquí amigo. Aguárdame aquí hasta la vuelta. – volvió a dirigirse al guardia pero ahora con la mirada fría – como cuando vuelva mi caballo no este en perfectas condiciones, me ocuparé personalmente de que le impongan el máximo castigo, se lo aviso.
Nícolas se dispuso a dejar atrás a Black y al guarda que seguía mirando con ojos desorbitados de miedo, porque aunque Nícolas lo hubiese dicho gritan había un tono aterrador que te ponía los pelos de punta.
Se introdujo en un lugar mágico donde reinaba la paz, todos sus habitantes parecían estar felices, nadie mataba para poder alimentarse, ya que lo hacían de la magia que de allí manaba. Todo esto a Nícolas le resultaba repulsivo e idiota. No concebía un lugar sin luchas, sangre o disputas por la comida.
Tras todo ese manto de magia se encontraba una pequeña cabaña hecha claro esta por obra de la magia, ya que el maestro usaba nada proveniente de seres vivos, si para ello antes tenía que matarlo. Por ello la cabaña no es que hubiera sido construida, sino que había sido creada, y allí era otro ser mas.
Aunque eso si, se notaba que el maestro era para esos seres como una especie de Señor o Dios creador.
Cuando Yavka vio entrar a Nícolas en su morada, fue como si la toda la Tierra que había creado estuviera sufriendo un terremoto.
- Saludos maestro – dijo Nícolas haciendo una reverencia.
- Déjate de saludos embustero – Nícolas no pudo contener la sonrisa ante tan halago.
- Esta bien, como quiera. No he venido a intercambiar cortesías con usted, he venido a atravesar el portal. Así que guíeme hasta él.
- Maldito seas tu y toda tu estirpe.
- Tranquilo abuelote, no querrá meterse en ningún lío.
Tras esto, el maestro se levantó de su asiento y Nícolas muy caballeroso le abrió la puerta y le dejo pasar primero. Yavka ni se giró para darle las gracias
Se pusieron de camino y Yavka se puso a hablar con sus seres:
- Si, tenéis razón. He estado estudiando su corazón y es posible que el aún tenga una oportunidad de salvarse. Pero debéis de reconocer que no podrá solo, esta rodeado de demasiadas malas influencias. Sus ojos lo reflejan todo, ese gris refleja que no sabe quien es en realidad ni sabe porque hace las cosas. Aun así debe de tener algo especial porque esa espada, no es una cualquiera, es la espada que llevó el rey Rainhko cuando ganó la batalla por el reino. Esa espada estaba hechizada y solo otra persona que fuese merecedora de ella y que hubiera nacido para ella la podría usar con todo su potencial, pero a la vista esta que todavía el no conoce todos sus poderes y estos han dado muestra de si mismos.
Nícolas ajeno a toda esta conversación, andaba cabizbajo, pensando en lo que se encontraría al llegar a la Tierra.
Poco después llegaron a un gran claro verde que se encontraba ajeno a todas las demás especies de aquel lugar.
En medio de todo aquello había un altar rodeado de cinco rocas de gran tamaño terminadas en pico. En cada roca había unos dibujos que representaban escenas de las grandes batallas que habían ocurrido en Lauma.
De repente el viejo se paró justo en el centro de aquel círculo.
- Bueno pues ya hemos llegado.
- Es esto, me esperaba no se, otra cosa.
- Pues te tendrás que contentar con esto.
- Bueno y ahora solo hay que decir el hechizo ¿no’
Yavka asintió.
Nícolas se saco del bolsillo un pergamino y comenzó a entonar el hechizo:

Abre puertas
Encierra recuerdos
Muestra a los ojos del alma
Un camino hacía la vida
Y no dejes entrar a los impuros
Guarda los secretos en el frío de la noche
Y desata tu poder con el oscuro dolor.

De repente todas las piedras comenzaron a brillar, cada una de un color, representando a cada elemento; el azul para el agua, rojo para el fuego, verde tierra y amarillo para el viento.
Tras unos instantes las piedras dejaron de brillar, y cuando Nícolas fue a replicar, un gran torbellino apareció de la nada. A través de el se podía ver la Tierra, Nícolas no conocía exactamente el lugar preciso, pero sabía que no estaba muy lejos de su destinó.
Miró a Yavka y este le devolvió la mirada; y Nícolas se dispuso a atravesar el portal dejando a tras toda su vida y su tierra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario